COGOLLOS EN FLOR

Por primera vez habrá cannabis en una fiesta nacional 

COGOLLOS EN FLOR

Por primera vez habrá cannabis en una fiesta nacional 

Es una novedad  para toda la población y un motivo de celebración para toda la comunidad cannábica que a partir de este viernes en la edición número 60 de la Fiesta Nacional de la Flor, se presenten plantas de cannabis en un hecho que puede considerarse histórico. De la mano del cultivador, productor y educador Fernando Saicha, la planta de marihuana tendrá un lugar para ser mostrada y valorada por sus beneficios indiscutibles. 

Es inédito y un hito que una fiesta de tanta trascendencia haya decidido convocar e incluir a los amantes del cannabis. Fernando, una figura respetada del ambiente por su experiencia y pasión, fue invitado por la organización de la Fiesta para formar parte de esta nueva edición. Su objetivo no se enfocará en aspectos medicinales o recreativos, sino en destacar la belleza de la planta y sus flores.

"Esta es una oportunidad única para mostrar la belleza del cannabis en un entorno tan tradicional como la Fiesta Nacional de la Flor. Queremos resaltar la versatilidad y la estética de la planta" dijo Fernando a Marimba y contó que está emocionado por esta oportunidad que será memorable para todos los asistentes “porque es un hito en la evolución de la percepción del cannabis en Argentina".

La fiesta tendrá lugar entre el 30 de septiembre y el 8 de octubre en Escobar. Mas data: https://www.fiestadelaflor.org.ar/


Así empezó

Fernando compartió con Marimba las líneas que escribió en sus redes después del encuentro donde le propusieron llevar sus plantas. 

“Me convocaron a presentarme en el predio floral de Escobar, y ahí fui.

Me sorprendió que el hombre de la garita me llamara por mi nombre al llegar…

-“Fernando, no? Lo esperan en el pabellón 2".

Me acerqué en el auto hasta donde daba y caminé hasta la entrada del primer pabellón. Son dos estructuras grandes, hexagonales, de techo alto formado por unos gajos triangulares curvos que se extienden con forma de cúpula desde cada una de las seis paredes del hexágono, hacia un punto común a todos en el cenit concéntrico del edificio. Cada gajo, a su vez, está cubierto por debajo de hexágonos de colores alternados en un patrón. Las paredes verticales de cada una de las seis caras, altas y de borde superior en arco, una especie de vitreaux de paños de seis lados de colores blanco y amarillo, evocando indudablemente a las abejas.

Los pabellones son muy particulares. Parecen un ovni por dentro, o al menos un hangar para estacionarlos.

Lo crucé por el medio hasta la rampa del túnel elevado que los une.

Al llegar al final, desde arriba, vi a un hombre parado en medio del pabellón 2. Bajé la rampa y me acerqué. Era Tetsuya Hirose, el presidente de la Fiesta Nacional de la Flor. Nos saludamos cordialmente, y me dijo:

-"Lo hice venir porque quiero que lo conozca alguien".

Me habló de que este año era la edición número 60 de la Fiesta, y que estaban empezando a preparar la muestra porque, este año, era particularmente importante.

No pregunté, pero imaginé que se trataría del Kanreki. En la cultura Japonesa el aniversario número 60, llamado Kanreki, representa el cierre de un ciclo y el comienzo de uno nuevo, es un buen augurio y anuncia el balance, finalmente... A final de cuentas, Hirose era un octogenario de ascendencia japonesa, con raíces culturales fuertes, igual que muchos en Escobar.

Mientras me contaba, apareció otro hombre, también de rasgos japoneses, pero de acento cerrado.

Nos presentaron. Se llamaba Yasuo. Mientras Hirose atendía una llamada, empezamos a conversar. En su español corto con acento japonés severo, me contó que había llegado del Japón hace poco, otra vez, y me mostró fotos de los jardines que había ido a visitar; en los que estaba trabajando. Magníficos Karensansui, jardines zen, en medio del Japón. Me contó lo lejos que eran, y que le gustaba ir porque aprovechaba para ir a unos barcitos donde servían un Shōchū con una mezcla particular de tés que le encantaban. Me mostró cómo se había quemado los brazos con el sol, y que había tenido que parar de trabajar por un tiempo por eso, y que estaba feliz de poder trabajar nuevamente. El hombre no tendría menos de 80 años.

Hirose nos sugirió ir a una oficina donde había café. Llegamos y nos sentamos en una sala con una mesa de reunión enorme. Hirose y Yasuo enfrentados, yo al lado. Alguien sirvió el café, e inmediatamente comenzaron a hablar en japonés. Estuvieron unos buenos 10 minutos hablando, donde literalmente la única palabra que entendía era "cannabis". Lo pronunciaban más cortito, bien acentuado en la primera a. Terminada la conversación, tomamos el café en silencio hasta que Hirose dijo:

-"Le conté quién era usted, y estamos de acuerdo. Queremos que traiga sus plantas de cannabis para mostrarlas en la próxima edición de la Fiesta. Es muy importante. Es la primera vez que habrá cannabis en la Fiesta Nacional de la Flor. Esto no es sobre la medicina o sobre el uso recreativo. Es sobre la planta, las flores, y su belleza”.

Pensé unos segundos y mientras aceptaba me di cuenta de lo que significaba todo esto. Les agradecí mucho haberme considerado, y quedamos en reunirnos nuevamente para ver los detalles de la muestra.
Antes de irme quise agendarlos, y cruzamos los contactos. Cuando Yasuo me dio su número, lo miré y le pregunté "¿Yasuo?"

-"Inomata"- respondió.

Yo conocía ese nombre hacía años. Habiéndome criado frente a los bosques de Palermo, no había pasado desapercibido en mis andanzas por el barrio. Me quedé mirando fijo a Yasuo. Giré y miré a Hirose. Me leyó el rostro, y con una sonrisa, dijo:

-"Sí. Él diseñó el Jardín Japonés de Buenos Aires."

Mientras me alejaba en el auto pensaba en Palermo, en el vivero de mi madre, en las primeras plantas atrás del hipódromo, cuando todo estaba prohibido…”

https://www.instagram.com/p/CrXZ1rUN11I/

 

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