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Veteranos de Malvinas: el cannabis que alivia el dolor

Hace 40 años que la Guerra de Malvinas es una sombra en la historia de nuestro país. Hace 40 años que los veteranos viven en lucha constante por no ser olvidados. Hace 40 años estos mismos soldados conviven con las huellas imborrables de la crueldad de la guerra en sus cuerpos y sus mentes. La medicina occidental y alopática ha acompañado a algunos de ellos para poder sobrellevar la vida y volverla lo más normal posible pero en general no alcanza. El contexto de invisibilización al que fueron sometidos, los años de abandono estatal que sufrieron y la falta de atención de salud fueron combos perfectos para que los ex combatientes de Malvinas hayan quedado en un limbo.

La magia no existe pero para Carlos Petzrela consumir cannabis fue mágico: “por primera vez después de la guerra pude dormir bien y toda la noche, no tuve más terrores nocturnos. Eso significó una mejoría inigualable en mi vida, imagina lo que es no poder dormir bien durante días y días y durante tantos años”. Empieza su relato contando que lo hace porque quiere que su experiencia llegue a más compañeros que quizás siguen boyando entre tratamientos convencionales y no logran estar bien.  

Carlos es de Montecastro, tiene mujer y dos hijas, sostenes imprescindibles para este ex combatiente que llegó a Malvinas sin nunca haber disparado un arma y con una semana de instrucción. Cuenta que fue convocado en febrero del 82 a la Escuela de ingenieros de combate en Campo de Mayo y aprendió en las islas cómo hacer campos minados. Fue tomado prisionero, vivió las noches más atroces de combate, pasó hambre y frío. Hoy tiene un diagnóstico de estrés postraumático y fobia social.

José Milciades Benítez, correntino asignado al regimiento de infantería mecanizado 7 de La Plata ya perdió la cuenta de las veces que estuvo internado pero sí sabe que fue operado diecisiete veces de su enfermedad crónica del intestino. A eso se suma su trastorno del estrés postraumático. Le faltaba un mes para la baja cuando se desató el conflicto bélico. “Nos agarró muy de sorpresa, yo al principio pensé que era una instrucción más que nos iban a dar. Ese 2 de abril escuché por radio y me pegué una escapada a la cantina del regimiento a ver la televisión, recién ahí creí que habíamos recuperado Malvinas. Nosotros inocentemente festejamos”.

Las secuelas de cualquier guerra son físicas, psíquicas y sociales. El trastorno de estrés postraumático (TEPT) es definido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una enfermedad de salud mental desencadenada por una situación aterradora, ya sea que la persona la haya experimentado o presenciado. Los síntomas pueden incluir reviviscencias, pesadillas y angustia grave, así como pensamientos incontrolables sobre la situación.

José descubrió el cannabis en el 2012 cuando en una de sus tantas intervenciones en un centro médico conoció al doctor Marcelo Morante. El prejuicio y el desconocimiento lo llevaron a negarse en un comienzo a tratarse con esta medicina: “yo era enemigo del aceite de cannabis porque pensé que era droga, para mí era un veneno. Soy un tipo que me crié en el campo, nunca fumé nada. Ahora sé que era una ignorancia mía” asegura el correntino.

Carlos y José coinciden en que hace diez años era mucho más peligroso y arriesgado hablar de consumir cannabis. Los dos terminaron por decidirse a probar gracias a distintos artículos periodísticos que les acercaron. Las notas eran de la revista THC. Hablaban de unas mamás que estaban empezando a cultivar para sus hijos enfermos y de sus luchas diarias para ser escuchadas. “Morante me visitaba todos los días en el instituto platense y me hablaba de los beneficios del aceite de cannabis. Yo estaba medicado para el estrés con clonazepam y pároxetina, me había convertido en una piltrafa. Un día mi hijo me lleva una nota donde veo a las Mamá Cultiva luchando por el aceite, me enteré y a partir de ahí entendí más todo” dice José.

Las historias de estos dos veteranos se cruzan en el dolor, en las secuelas del estrés postraumático por la guerra y en la libertad que existe para el consumo de alcohol. “Lo peor que puede pasarte es el alcohol, es un camino tremendo, yo estaba ahí y sabía que tenía que hacer algo porque estaba en un barranco en caída libre” narra Carlos y agrega que después de hacer muchas terapias de todo tipo empezó a averiguar por el cannabis. “Me compré el numero uno de la revista THC, ahí ya informaban sobre temas de salud. Había una nota muy interesante a Mamá Cultiva, me conecté y aprendí muchas cosas”.  

Los efectos del consumo de cannabis de forma medicinal para tratar el dolor y el estrés son reales e indiscutibles. “Hoy no siento más dolor, mi enfermedad crónica del intestino existe y está pero la vivo sin malestares. Cuando empecé a consumir cannabis, justo en ese momento me di cuenta de que lo que era el aceite. No cura pero mejoró mi calidad de vida, me puedo mover, mi estado de ánimo es otro” asegura José. “Yo tomaba alcohol, fumaba tres paquetes por días. Hace 15 años que dejé todo” y entre todo lo que dejó también está la medicina alopática: “un día fui a la  doctora gastroenteróloga y  le comenté que estaba tomando aceite y me dijo “si a vos te hace bien dale para adelante, te ayudas vos, me ayudas a mí y somos tres”. Eso me dejo más tranquilo, empecé a bajar las dosis de los otros remedios (clonazepam y paroxetina) hasta que los dejé de tomar”.  

Por su parte, Carlos hizo mucho hincapié en lo complejo que es lo cotidiano para las personas que sufren del estrés postraumático. “Son ataques de ansiedad, nos cuesta levantarlos a la mañana, nos cuesta enfrentar el día, nos cuesta cumplir horarios estrictos o rutinas. Otra secuela es que nos cuesta concentrarnos y exponernos, y lo hacemos todos los días igual. Nos cuesta expresar nuestro afecto pero igual amamos y queremos”. Muchas de estas situaciones que antes eran impensadas vivirlas con normalidad, el consumo de cannabis las revirtió y ayudó a este veterano a transitarlas: “Tomar un colectivo en hora pico para mí era un problema, no podía hacerlo, lo hacía en tramos. Socializar era un problema, algo tan sencillo como responder una llamada me causaba estrés.  El cannabis me cambió la vida cuando empecé a consumirlo. A veces fumo, a veces me vaporizo, también uso gotas de aceite. Uno se va conociendo y auto observando. Ahora sé que actividades del día me generan estrés y uso las gotas para estar más relajado”.

Pasaron 40 años de la guerra y para ellos fue ayer. Los que volvieron fueron escondidos y amenazados. Así lo vivió Carlos que llegó a Campo de Mayo antes del final de la guerra: estuvo varios días ahí donde les daban de comer para que se recuperaran porque estaban físicamente muy deteriorados y los adoctrinaban en los secretos de estado. Así lo vivió José cuando llegó a Puerto Madryn y trataron de esconderlos pero la fuerza del pueblo no lo permitió. Risueño cuenta que el 19 de junio se recuerda como el día que Madryn se quedó sin pan porque la gente no había dejado nada, les llevaban todo a los soldados.

La vida siguió. Pudieron con altibajos volver a trabajar, tener hijos, despertarse todas las mañanas para recordar a sus compañeros muertos en las islas. Siempre con Malvinas en tiempo presente, siempre luchando. Actualmente trabajan para que las torturas sufridas por los soldados durante la guerra sean consideradas delitos de lesa humanidad y para que la cobertura de salud sea menos endeble y más completa.

Con el tiempo encontraron en el cannabis medicinal una posibilidad de vivir las secuelas de la guerra sin dolores, pudiendo dormir, trabajar, socializar y vincularse mejor con sus entornos. Carlos lo explica muy claro: “El cannabis es un antes y un después en la vida para el manejo del estrés. Yo recomiendo que investiguen y aprendan, que se conecten con Mamá Cultiva, una ONG con gente muy dedicada a quienes aplaudo y abrazo porque poder cultivar la propia medicina es fundamental para no depender de las corporaciones. Además es una actividad hermosa, de conexión con lo vivo, con lo que crece, con la naturaleza. Me hice un poco jardinero probando y experimentando.

Ambos veteranos están tramitando el Reprocann para poder cultivar sin inconvenientes.

José Milciades Benítez y Carlos Petzrela son héroes de guerra. José Milciades Benítez y Carlos Petzrela son consumidores de cannabis. Las Malvinas son argentinas.

https://marimba.com.ar/cannabisymalvinas

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